Historias Cortas: Hudson Taylor y el Tinte para Cabello

Entre los débiles me hice débil, a fin de ganar a los débiles. Me hice todo para todos, a fin de salvar a algunos por todos los medios posibles. Todo esto lo hago por causa del evangelio, para participar de sus frutos. (1 Corintios 9:22-23 NVI)


Hudson Taylor se dio cuenta que si quería evangelizar más allá de los puertos y hacia el interior de China, debía dejar de parecer extranjero. Vestirse del traje tradicional también requería una coleta con cabello negro en la cabeza. El cabello rubio de Taylor no era para nada chino. Así es que se alistó para elaborar un tinte. Cautelosamente aflojó el tapón de una botella grande de amoníaco en un día muy caluroso y el amoníaco salió como un chorro con tanta fuerza que el chorro cayó en sus ojos, casi dejándolo ciego permanentemente, a no ser por las divinas providencias de Dios. Él contó al menos cinco providencias que lo salvaron de la ceguera: los lentes de doble grosor que llevaba puestos, la habilidad de tambalearse hasta la cocina en lugar de haber colapsado, el barril de agua en la cocina estaba lleno, el doctor Parker estaba –inesperadamente—en casa y había suficiente hielo para aliviar las quemadas.

Hudson Taylor mandó a hacer estas cadenas para reloj de su primera y segunda coleta para sus padres (c1860).

(Fuente: J.C. Pollock, Hudson Taylor and Maria – Pioneers in China, pp.50-52.)

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